viernes, 27 de enero de 2012

EL OPTIMISMO

Antes de nada, me gustaría presentarme y agradecer la invitación del señor&amigo Marcos Pantani a esta propuesta. Soy Manuel, lucense aficionado al buen fútbol, al humor negro e inteligente y aspirante a buen docente. Intentaré, contando con el escaso tiempo libre del que dispongo hoy día, de aportar mi pequeño granito de arena a este proyecto; por supuesto, será para mi un placer colaborar y espero sumar.
Y para esta pimera entrada he decidido hablar sobre el “optimismo”, ese matiz prácticamente inapreciable en la sociedad actual, demasiado ocupada en pagar hipotecas, solicitar créditos que nunca recibirán, acudir a la vorágine de las rebajas y fundirse medio sueldo (si es que existe), criticar al vecino/a de al lado, etc.
Aún sabiendo de la peligrosidad de las generalizaciones, creo que nos hayamos en un “presente deprimido”. Sabemos que toda “depresión” conlleva dos etapas: la primera se caracteriza por tremendos bajones donde todo parece ir mal, donde uno no es capaz de ver la salida a sus problemas y donde nada del entorno aparenta ser una ayuda potencial; y por otro lado, en ciertas ocasiones, las personas depresivas manifiestan estados de absoluto éxtasis, de una autoestima desmesurada que les puede llevar a fundir su patrimonio en un abrir y cerrar de ojos. Pues bien, salvando las distancias y adaptando la explicación al mundo actual, creo que cada vez con más notoriedad, nos hemos ido adentrando en un proceso depresivo (y no hablo de la famosa crisis): nos cuesta digerir nuestros golpes y fracasos (muchas veces el propio orgullo nos lo impide) y se puede pasar, de la noche a la mañana, de no querer salir de tu habitación a desear una noche de fiesta sin descanso en compañía de amigos; una vez termina la velada, todo vuelve al punto de partida, y la persona se da cuenta de que lo “bueno” ha pasado y que toca “enfrentarse” de nuevo a la realidad.
Adentrándome más en el título de la intervención, si analizamos el contenido de una edición cualquiera de un telediario o de un periódico español, ¿qué porcentaje de noticias en tono positivo encontramos? ¿5-15%? ¡Probablemente! Crisis mundial, recortes, corrupción, expedientes de regulación de empleo, despidos, violencia de género, paro... son las palabras que inundan los titulares. Y es que, si nos paramos a pensar, estamos inmersos en la misma dinámica desde hace mucho tiempo (nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc. ya lo vivieron, en otras épocas y cotas, pero el mismo pesimismo).
Pues yo me niego a formar parte de esa dinámica. No pienso dedicar mi existencia a pensar en lo mal que lo voy a pasar, en las dificultades que puedo atravesar, etc. Quiero, antes de nada, disfrutar de lo que hago; si uno es feliz con lo que hace y actúa en consecuencia con sus principios (todos los tenemos, unos más visibles y firmes y otros menos) caerá varias veces, pero se levantará porque sabe que sus piernas son fuertes y resistirán los quilómetros que les hechen encima. Quiero, ante todo, ser OPTIMISTA, aquello que se define como “aquel que propende a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable”. Hoy en día, como opositor a maestro, me llegan mensajes de todos los lados que hablan de “lo mal que está la situación en el sector público” y de la más que posible “congelación de las oposiciones a la enseñanza”. Lo entiendo y soy realista, la situación no está para hechar cohetes, pero dicen que “la esperanza es lo último que se pierde” y seguiré estudiando hasta que el día de mañana esté enseñando, que a fin de cuentas es lo que me apasiona. ¡Si es en 2012 estupendo! Si no lo es y tengo que esperar hasta 2016, cuando me llegue la oportunidad seré mejor maestro de lo que lo sería este año y tendré tiempo para completar y complementar mi formación.
Por tanto, no pretendiendo aburrir más de la cuenta con mis vivencias y a sabiendas de mi “no licencia o competencia” para dar consejos, os diría que os tomeis con la máxima profesionalidad aquello que os ocupa, que lo vivais, que lo disfruteis minuto a minuto porque de ello dependerán los resultados obtenidos en un futuro. No sirve de nada escudar los fracasos en terceras, cuartas o quintas personas; el máximo responsable siempre es uno mismo, sólo hay que buscar la raíz del problema para actuar y resolverlo. Únicamente actuando con seriedad y sentido común se alcanzarán objetivos significativos y eficaces, siendo pacientes, realistas y no precipitándonos.
Para finalizar, mencionaré una frase de L. Tolstoi (S. XIX), adscrito a la corriente realista, que para mi refleja y resume el contenido de lo que pretendía expresar: “El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere sino querer siempre lo que se hace”.
Sin más, espero no haber resultado cargante y haber despertado, aunque sólo fuese un poco, el optimismo en vosotros. Gracias por la atención. Manuel.

Por Manu López

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