viernes, 27 de enero de 2012

Bendito ejercicio de espontaneidad


Dejándome con el culo al aire

Aquí estoy, sin grandes novedades, sin haber cultivado mi criterio en cuanto a Jazz, Soul o Country. Aquí estoy, como casi siempre, con pavor de no saber expresarme con claridad al extender mis pensamientos en este pequeño espacio del que me sirvo para transmitirlos. Pero aquí estoy de nuevo, que es lo importante. Luchando contra esa presión, esa pereza de la que engalano mi esencia cuando me dispongo por obligación a escribir algo. Tengo 5 blogs, tendré que decirle algo al mundo ¿no? Es algo que siempre está ahí por mucho que no quiera. Porque el caso es que quiero escribir, pero muchas veces no sé ni por donde empezar. Aunque... ¿a quién le debería importar lo que yo piense? ¿A quién le debería importar lo que un ser extremadamente tan complicado de entender, visceralmente extraño en sus comportamientos en sociedad y lleno de contradicciones podría contar en esta ridícula página que se crea para hacer creer que es más importante que el resto de la humanidad? Al fin y al cabo soy esa persona que no hace más que alimentar su ego, de infinito afán de protagonismo, ridículo a todas luces en su forma de comportarse, y que simplemente llama la atención en busca de un reconocimiento social que no podrá obtener de ninguna otra forma ¿no? Posiblemente sea así. Es lo que dice o piensa todo el mundo y así debe ser. Al menos en parte lo es. Lo dicho, al menos en parte. Y si así es, no pienso discutirlo, puesto que no soy quién para juzgarme. Estos 24 años no me han servido para nada. Soy un inútil y ni me he llegado a conocer una pizca ¿verdad? Por eso, si me disculpáis, me pondré a mejorar el conocimiento de mi persona, para lo que necesito recobrar viejas costumbres y aprender de nuevo todo lo olvidado ¿puedo? ¿De verdad que puedo? Gracias.  Porque sí, a veces aprender no es más que recordar aquello que se ha dejado atrás, sobre todo para los que poseemos una pésima memoria (lo juro por Snoopy). Y las viejas costumbres, sin duda, ayudan a ello. Y una de ellas es plasmar en esta bazofia de rincón web mis miserias.

(Pausa para tomar un vaso de agua)

¡Leñe! Ahora que me doy cuenta, creo que ya tengo otra razón más para seguir contando algo. ¿Pero qué cuento? La verdad, poca cosa. Le doy tantas vueltas a la cabeza a lo mismo tantas veces que no me supone novedad hablar de ello, por mucho que al pequeño número de curiosos que lean esta entrada les interese. ¿O habrá que dar detalles? ¿Detalles como que he cenado tortilla os parece interesante? ¿O que recenado en un bar tomando dos cañas y sendas tapas aún a sabiendas de que no debería porque pretendo bajar algún que otro kg para entrar mejor en el traje de fin de año? ¿Colgar anuncios ofertando clases particulares os parece mejor? Nada de eso, seguramente os guste más saber si hago un movimiento adelante-atrás o viceversa a la hora de limpiar mi queridísimo y reluciente trasero tras defecar. Bingo. He acertado de pleno ¿a qué sí? Seamos serios... Por muy desvergonzado que pueda llegar a ser, estas cosas no se las cuento a cualquiera que no se lo merezca un mínimo, y siempre dependiendo del nivel de confiscalidad en el que catalogue cada tipo de información que facilite a mis allegados. Y por muy loco que parezca, no será más de lo que yo quiero ser. Y tendré motivos, más de lo que el diminuto cerebro que caracteriza a las analistas masas se pueda imaginar. Si parezco loco, te ríes de mí, bien por ti. Si lo haces a la cara, sentiré lástima, no mucho más de lo que la indiferencia me permita. Si te ríes conmigo, mejor para los dos. Seremos felices. Pero siempre trataré de ser mejor de lo que tú nunca serías, y hacer algo que tú nunca serías capaz, aún me suponga el rechazo social. Podría ser como tú eres, podría ser como tú más odias que sean los demás, querido curioso lector. Soy capaz de todo eso y mucho más, porque ya lo he hecho. E igual que muchos se han quedado con la imagen desprendida por esa famosa figura de tintes cómicos y gustos musicales discutibles, a la par que universalmente etiquetable tal y como he dejado constancia en el párrafo anterior (estoy hablando de mí, ¿qué si no? ¿Aún lo dudabas? Ya sabes, soy un egoísta), seguramente aunque se lo explicara con la mejor dosis de mi verborrea, no lo llegarían a entender. ¿Por qué? Entender no es tanto un ejercicio de comprensión como de altruismo o empatía. Y seguimos creyendo que nuestros diminutos e insignificantes mundos son lo único que existe, más que pensar más allá de nuestras propias experiencias. "Este gitano me ha robado la consola. Este otro se ha comido mi bocadillo. Y aquel me ha mangado la llave del coche. Todos los gitanos son unos hijos de puta" Pero, ¿te has relacionado con todos los gitanos del mundo? Tu cultura es la única válida en este mundo ¿no? La suya hubiera sido mejor exterminarla en su momento. Tu idioma es el mejor y como en tu burbuja no hay nada más ¡Viva la guerra y el miedo! Gente sufriendo, llorando, muriendo en vida por la falta de sus familiares más cercanos, con las extremidades mutiladas o simplemente sin poder hacer vida normal debido a que han quedado sordos culpa de ese estruendo que les ha agujereado el tímpano. ¡Imagen pura y dura de felicidad! Sin duda. Pena que tú, gran patriota, no fueras más 'feliz' de vez en cuando. 

Pero, ¿por dónde iba? (me he ido por las ramas... ¡Qué raro!) ¡Ah sí! Ya recuerdo. Pues sí, el hecho de que esté aqui proclamando al cielo y al infierno mis idas de olla, sin mayor pretensión que la de dejar constancia de mis inquietudes embadurnadas en una asquerosa fiebre de justificación y victimismo, cosa que aborrezco por otra parte, posiblemente se haya debido al autoconvencimiento de satisfacer el sentido del deber para con el hecho de tener estos blogs aquí parados sin más motivo, consiguiendo que éste venza en su particular duelo con la señora pereza. Eso sin contar que en el fondo me acabo liando como las persianas y me gusta decir chorradas como edificios de diez plantas. Pero bueno, ya que despotrico, en apariencia como si me hubiera enfadado con el mundo entero, al menos lo hago sabiendo que no hay un guión fijado y que es tan natural como la vida misma, sin pensar lo que voy a corregir cuando acabe de escribir, dejándome llevar por la vorágine de cohesión de este pequeño mítin sobre el último capítulo de mi historia a la que me han llevado mis dedos, cuya velocidad en estos precisos instantes supera a la de mis pensamientos ¡Bendito ejercicio de espontaneidad y decisión! 

Y ya que hablamos de ejercicio, no me olvido del de sinceridad, el cual seguramente está presente en estos mismos instantes más del que debiera ofrecerle a todos (amigos, conocidos y desconocidos) en conjunto mediante este medio, pero que no me supone problema alguno gracias a la poca consideración que guardo ante tal información. O simplemente no soy un gran celoso de mi intimidad, puesto que la mayoría de mis pensamientos semejan a mis ojos poco menos que nimiedades al lado de otros problemas de mayor alcance e índole, sin contar por supuesto que estoy plenamente orgulloso de mí mismo. Soy condoleciente y exigente conmigo mismo a partes iguales y no me arrepiento de lo que haya hecho o esté haciendo. Sean tonterías en apariencia o no, sé la cantidad y/o el peso de los motivos que me han llevado a desencadenar los sucesos que me han traído hasta aquí, así que no me servirá de nada lamentarme. Por eso, así seguiré haciendo las cosas, aprendiendo, riéndome de mí mismo en la medida de lo posible y tirando para adelante hasta que la muerte me acompañe. Así que... ¿qué tal? ¿Cómo lo véis? ¿Muy contradictoriamente egocéntricos mis razonamientos? ¿Esto que os he contado os ha entretenido más? Lo digo porque si la respuesta es afirmativa, siento decir que no pienso desbarrar más, así que no os preocupéis que ya acabo ahora. Los que no podáis aguantar, aprovechad para bajar a la librería de turno a comprar el 'Hola'. Y como en el fondo soy de fiar (muy en el fondo), no deseo prolongar más este momento, el cual considero bueno, y de los cuales se dice que suelen ser breves. Soy consciente de que si me excedo, lo más probable es que pierda el hilo y empeore el producto. Por tanto mejor me despido por hoy y os invito a la próxima entrada de delirios varios por mi parte, puesto que me he dejado cosas en el tintero, y si de verdad tenéis algún tipo de interés en conocerme, aguantar mis memeces, a lo que nunca he querido obligar, qué menos que haceros saber que soy más complejo que el funcionamiento de un reloj suízo. Así que interesados, os aconsejo usar como armas la comprensión, la empatía y el respeto además de la sinceridad a un grado máximo, y ante todo, tener paciencia. Ya sabéis. A mí me ha costado llegar a conocerme 24 años... y los que me quedan.

Por Marcos Pantani

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