lunes, 31 de agosto de 2009

Parchís (1ª Parte)

Soy hombre: como una y cuento veinte.
Se abre la puerta del piso. Un chirrido incomoda mis sentidos. Tacto y oído se unen en asamblea para quejarse a la directiva encefálica. No tardan poco en unirse el olfato y la vista. La empresa decide declararse en números rojos. Estado de máxima alerta. Los miembros comienzan a temblar. Sufren. La entrada está vacía. Se respira humedad.


Abro una puerta a mi derecha. No hay nada. Abro la siguiente. Nada. Otra. Lo mismo. Todas están carentes de todo. Menos de los tabiques.
Prosigo por el pasillo y lo único que diviso son manchas que anegan las otrora inmaculadamente blancas paredes. El piso se resquebraja bajo mis pies. Aquello no era madera. Sigo abriendo puertas, pero no hago mas que ver habitaciones pintadas por un payaso. Tonos diferentes para cada estancia. Una verde lima, la otra amarilla, la siguiente azul cielo, una anaranjada... y así hasta terminar con todas. Siento frío. Me pongo la chaqueta. ¿O son escalofríos?


Decido volver sobre mis pasos hasta el hall. He sentido un murmullo. Hay alguien allí. Acciono la manilla de la primera puerta abierta...
Ahora hay una mesa con algo encima. Me acerco paulatinamente y descubro un tablero de parchís. Mis ojos observan en que allí no hay cubiletes. Ni existen dados. Y lo más curioso es que las fichas están colocadas de forma que indican que allí se ha estado jugando una partida. No entiendo lo que ocurre...


Tengo miedo. Y finalmente, la sangre se me congela.


Las fichas azules comienzan a moverse solas...


Por Marcos Pantani

sábado, 29 de agosto de 2009

Me gusta... (Poema castellano)

♫ Mi corazón ne-na, mi corazón ne-na ♫
Estos días me han rondado varias ideas por la cabeza. Me apetecía escribir algo de profundo significado que de lo que solo yo supiera lo que quería decir con ello. Un poco a imagen y semejanza del estilo del que para mí hacen gala algunos blogs tan estupendos que suelo leer. Me ha rondado también escribir una historia en prosa, sin imágenes al estilo manga, con las variantes del mismo tipo. Han sido tantas cosas. Lo que ocurre es que esa historia me llevará su tiempo porque aún está en proceso de gestación. Quedan muchas cosas de las que informarse e investigar. Y es que uno se cansa de ese estilo tan directo que lo caracteriza. De ahí que quiera explotar mi faceta más poética y artística. Poética desde el punto de vista prosaico, claro.


Por eso, y para no estropear la supesta entrada futura, he decidido ponerme un tanto romántico, y en vez de comenzar ahora y estropear el cuerpo de dicha entrada, de paso que explico estos nuevos pasos en mi sendero polifacético, expongo uno de mis poemas (este sí que puede ser considerado como tal), el cual dedico a la persona que me acompaña en los momentos más difíciles. Esa persona que consigue que piense en ella cuando me siento sólo. Esa mujer que consigue que la llama de mi corazón siga encendida en medio de la habitación más claustrofóbica. Esa mujer que quema todos mis miedos con un abrazo y una sonrisa. Esa que se merece todos mis halagos. Ella.
(Adviertencia: los versos de este poema no están del todo casados, siguen un mismo esquema y las rimas son bastates frecuentes. Nada del otro mundo)


Me gusta cuando nieva,
adoro tus manos frías,
me place calentarlas
y así pasar varios días.


Me gusta ver seis sonrisas
llorando por una vida,
me gusta cómo la tristeza
se calla y de ti no se chiva.


Me gusta comprobar los pasos,
que das de camino a tu muerte,
sin llegar a arrepentirte de nada,
jugando a tope tu suerte.


Me gustan los balanceos
que surgen del inmovilismo,
me gusta el silencio que nace...
de tus pies heridos.


Me gustan tus pensamientos,
cuando mutan y permiten,
que los míos en ti me dejen...
entrar y a tu alma griten.


Me gusta decir que tú,
no puedes seguir adelante
y necesitas toda la fuerza,
de mi fortaleza jadeante.


Adoro el minúsculo brillo en tus ojos,
sincero en los días de invierno,
indefenso ante el frío nival
que todo lo congela en el tiempo.


Me gusta el olor a praderas,
también las nubes de algodón,
me encataría ser la presa
de las zarpas de tu corazón.


Me gusta sentirme querido
por todo el mundo en general,
pensar que tu amor solo es mío
y supera todo lo demás.


Me encantan esos momentos,
en los que te declaro toda mi iusión
arrodillarme ante tus secretos
del tono del papel charol.


Me gusta el olor de la playa,
el rico aroma a Viveiro,
y más me gusta el campo
que adorna el paisaje de Naseiro.


Me gusta el olor a hierba fresca,
me encantan los cielos azules,
disfruto de las tormentas
en tus cabellos gandules.


Y prefiero la primavera,
además de la montaña,
también las dunas de arena
cuando sé que tú me hablas.


Me gustan también las dos ruedas,
enamorado estoy de las alturas...
subo sin parar todas las cuestas
para mostrarte aún más mi ternura.


Y me chifla desayunar pasta,
y de merienda chocolate,
sentir que por ti cada...
día el corazón más me late.


Y necesito la sinceridad,
al igual que la blancura
acompañada de otros muchos colores,
encadenados a tu dulzura


Y me gusta la transparencia,
me encanta el cariño que todos
reflejan por tu belleza...
¡No podía ser de otro modo!


No puedo evitarlo mi niña,
guapa, bonita, me gustas,
no puedo dejar de decirlo,
preciosa, cariño, me gustas.


Porque...


Me gusta de dónde eres,
y amo en sí Viveiro,
me encanta aussi Landrove,
¿Y por qué no dedicarte un Te quiero?


Por Marcos Pantani

 
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